KATSUHIRO
OTOMO: EL MANGAKA MAS OCCIDENTAL
Todos los
aficionados al tebeo y al anime japonés están en deuda con este autor -nacido
en Hasama (Japón) en la prefectura de Miyagi, en 1954- por ser uno de los
máximos responsables de que ambos se pusiera de moda en nuestras tierras.
Fue su obra
“Akira” la que hizo que el hasta entonces hermético mercado americano se
abriera a las publicaciones asiáticas y sus peculiaridades narrativas (Previo
coloreado digital para satisfacer los gustos de su público, reticente a leer en
blanco y negro un cómic con expectativas comerciales).
Posteriormente,
esa versión se trasladó a los lectores europeos haciendo que aficionados fieles
desde siempre a otros géneros se acercaran sin reparos al manga, consiguiendo
un éxito sin precedentes y logrando que tanto los que habían leído “Dragon
Ball” (Uno de los pocos títulos de culto disponibles aquí en esa época) como
los amantes de los superhéroes o seguidores del comic franco-belga coincidieran
en idolatrar la narración que Otomo desglosaba en sus viñetas.
Eso abrió
mercado para obras posteriores de creadores nipones que nos demostraron que en
ese género se pueden encontrar historias que van mas allá de las peleas de
personajes de ojos grandes, gracias a las editoriales que apostaron por
mostrarnos unos mangas mas adultos y de contenido mas trabajado, cosa que para
la mayoría resultaba impensable por el precedente de que anteriormente se
publicaba.
De hecho, el
propio autor se considera un enamorado del tebeo occidental y eso se percibe desde
el trazo realista hasta la composición de sus páginas que aunque llenas de los
recursos propios del cómic japonés (las líneas cinéticas, la cámara subjetiva,
los campos y contracampos) no lo hacen hasta el punto de condicionar la
narración, de modo que cualquier lector puede seguir la historia e interesarse
por ella.
Su debut como
creador se produjo con Jyu-seï (concida en Occidente como A Gun Report) en 1990
publicó “Kanojo no ovoide”, una recopilación de historias de temática muy
diversa. En ciertas partes se puede observar la clara influencia de Jean Giraud (Moëbius)
Domu (Pesadillas)
es una obra larga encuadrada dentro del género del terror psicológico, donde,
como en muchas de sus historias están presentes los grandes complejos urbanos
(no en vano, la trama acontece en un gran bloque de apartamentos), la violencia
y la parasicología. La obra es excelente en el apartado gráfico.
En el 82,
cambia de editorial, trasladándose a Kodansha y en Diciembre de ese año
comienza a publicar en la revista Young Magazine el titulo al que nos hemos
referido antes, Akira, inicialmente, iba a ser una obra de una longitud similar
a las anteriores, pero terminó creciendo hasta alcanzar una extensión superior
a las 2.000 páginas que el autor no terminó hasta 1990. Nos relata una acción
que transcurre en un Tokio post-nuclear, con experimentos genéticos en niños
para conseguir usar sus poderes psíquicos como armas para un ejército
deshumanizado que es puesto en evidencia por un grupo clandestino de
revolucionarios.
Su adaptación
cinematográfica (escrita y dirigida por el propio Otomo antes de finalizar el
manga, y que es una versión obligatoriamente comprimida del cómic con un final
diferente) también causó un impacto tremendo en occidente, y marcó el
pistoletazo de entrada de la invasión de la animación japonesa en occidente
durante los años 90, y fue el primer ejemplo de manga que viene acompañado de
adaptación animada que sirve para popularizar o dar a conocer aún más a un
público más numeroso la obra original en cómic.
Después
emprendió un nuevo proyecto, esta vez sólo como guionista: The Legend of Mother
Sarah, el dibujo es de Takumi Nagayasu.
A partir de
este momento, dejará el manga totalmente apartado para dedicarse por completo
al cine de animación (salvo en contadas excepciones).
Realizó una
historia dentro del número 4 de la serie Batman: Dark & White, dando su
propia versión del personaje y en 2002, realizó el texto de un libro para niños
Hipira, un travieso pequeño vampiro, ilustrado por Shinji Kimura.
Y por último “Steamboy”, largometraje del 2004 y la película de animación más
costosa de la historia del anime hasta la fecha cuyo periodo de producción ha
sido de 10 años.
Todo esto nos confirma el buen hacer de un dibujante
obsesionado por el detalle y el perfeccionismo como podremos observar si nos
acercamos a sus páginas.
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