EL PADRE DEL
MANGA MODERNO: OSAMU TEZUKA
La estampación
japonesa tuvo una influencia en el arte occidental que de alguna forma podría
equipararse a como el mundo del comic y sus seguidores hoy día se encuentran
fascinados por las viñetas que nos vienen de Asia.
Es innegable
que el conocido como “Manga” -o tebeo realizado en Japón- al margen de sus
inconfundibles peculiaridades es un punto de referencia para el mercado
editorial y del consumidor.
Ha conseguido
llegar a un público (Juvenil, infantil y femenino) para el cual, por lo general,
la afición a la narrativa en viñetas era algo inédito y ha logrado que sus
personajes y títulos sean conocidos para el gran público ya sea en el formato impreso
o en sus versiones animadas.
En su lugar de
origen, el “manga” -que podría traducirse como “Dibujos caprichosos” o
“Garabatos”- es todo un fenómeno de masas que abarca a todos los estamentos de
la población pues está enfocado de manera singular a todas las profesiones (Existen
títulos dedicados a panaderos, conductores de tren, jugadores de tenis, etc…), tendencias
sexuales (Hentai, yahoi, yuri…) o gustos de lectura (Shonen, Shojo, Seinen,
etc…) y por supuesto la característica que mas sorprende a los no iniciados en
esta literatura es el hecho de que fuera de sus fronteras muchas obras se
publican en el sentido de lectura oriental tal como fueron concebidos en su
origen.
Todo este
fenómeno artístico y mediático podría decirse que empezó a tomar forma, tal
como lo conocemos actualmente, con este
hombre: Osamu Tezuka.
Nacido en
1928, empezó a estudiar medicina pero su afición al dibujo hizo que a los
veinte años publicara su primera obra “la nueva isla del Tesoro” en un formato
que popularizó: tomos de 200 páginas en papel de baja calidad y a precios
populares.
En un país que
se recuperaba de la II guerra mundial la necesidad de evadirse era evidente, y
en este marco nacieron revistas infantiles dedicadas exclusivamente a la
historieta como la “Manga Shonen” de Tokio donde nació el que puede ser su creación
más conocida: Astroboy, un robot con forma de niño dotado de increíbles
poderes.
También es
considerado el creador del “Anime” (Trasladar a la animación los mangas más
famosos) por la adaptación que hizo de dicho personaje en la que está
considerada la primera serie de dibujos animados japonesa.
Desarrolló un
esquema de epopeya en forma de serie de relatos y diversificó su producción en
múltiples géneros, de los que destacan las versiones que hizo de clásicos de la
literatura o el manga para chicas o “Shojo
manga” (“La Princesa Caballero”, considerado el primero en su estilo).
A mediados de
los años 50 la editorial desapareció,
pero ya se habían puesto los pilares de la industria del manga y anime
contemporáneos.
Como guionista
y dibujante fueron varias las técnicas pioneras que aportó al lenguaje del
estilo que nos ocupa, como el hecho de
ser el primero en contar historias con una trama desarrollada y mas
elaborada o usar onomatopeyas para dar mayor énfasis a la acción.
En el aspecto
gráfico destaca por encima de todo la influencia que recibió de Walt Disney,
algo que apreciamos enseguida con un solo vistazo a su obra y que se hace
evidente en los ojos desproporcionadamente grandes de sus personajes, un
dinamismo elástico en sus movimientos y una línea clara que nos mueve por la
historia con soltura.
Tan grande ha
sido su influencia que la base de su estilo perdura en los autores japoneses y
en sus obras actuales, sus creaciones
siguen viviendo en la cultura popular y tras su
muerte en 1989 varios de los periódicos japoneses más importantes pidieron que
se le entregara el premio Nobel de literatura, aunque fue rechazada la
propuesta.
Desde 1997 se
celebra anualmente el “Osamu Tezuka Culture Award”,
en honor a su aporte al manga moderno, premio donde son galardonados aquellos
“mangaka” (autores que realizan manga)
que siguen la visión de Tezuka. La visión de que el comic (o el manga) y los
libros se hallan a un mismo nivel para narrar historias.
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