Un articulito que escribí sobre uno de los grandes autores del medio... Aunque con eso de que muchos gafapastas vayan de guay y lo tomen como icono sin haberse leído de él ni una viñeta haya hecho que le coja cierta tirria al personaje de Maltés,
VIAJES
INICIATICOS
Casi todos nos
hemos emocionado alguna vez con las historias de piratas y aventuras. Con esa
mezcla de paisajes remotos y exóticos por donde deambulan personajes peculiares
y donde la actitud de una persona viene marcada por las vivencias de su
entorno.
Esa
experiencia es el viaje iniciático por medio del cual el protagonista va
empapándose de todo aquello que le sucede a lo largo de una trama mientras se
desplaza a lugares recónditos del globo y acaba adquiriendo una sabiduría
enriquecedora que ya no le abandonará jamás.
Tenemos claros
ejemplos de todo esto en los libros de Jack London, Herman Melville o Emilio Salgari. Y esa es
una de las fuentes de donde se inspiró el dibujante veneciano Hugo Pratt para
escribir sus historias.
Aunque nacido
en un pequeño pueblo de Italia (en 1927) el dibujante se considera de Venecia
por haberse criado en esa ciudad. La profesión de soldado de su padre hizo que
tuviera que trasladarse junto con su familia a Etiopia durante la época de
Mussolini.
Tras la muerte
en combate de su padre, Pratt fue recluido en un campo de prisioneros donde
comenzó a escuchar y a aprender relatos que le contaban los guardias, muchas de
las cuales le servirían como inspiración para sus historietas.
Tras la guerra, Pratt se unió al denominado “Grupo Venecia” con otras
personalidades del mundo de la historieta como Dino Battaglia o Mario
Faustinelli.
Se mudó a Argentina, donde trabajó para la Editorial Abril.
Durante su periodo en esa revista de aventuras conoció a artistas argentinos, pero
sobre todo a la persona que más influiría en su carrera posterior, el inventor
del oficio de guionista de historietas, Héctor Germán Oesterheld (co-autor de
“El Eternauta”) con quien colaboraría dibujando junto a él “Ticonderoga” y “Ernie Pike”.
Volvió a Italia y en 1967 comenzó a escribir y
a dibujar “Corto Maltés”, una serie de cómics que tratan sobre las aventuras de
un pirata romántico y caballeroso a su manera, que se ha convertido en uno de
los iconos del mundo de la viñeta de todos los tiempos.
Es un dibujante que hace que parezca fácil el expresarse en
imágenes, pero cuando analizamos su obra un poco mas a fondo apreciamos que esa
sencillez de trazo es fruto de una labor de síntesis muy compleja.
Su trazo es muchas veces apenas intuido, en sus viñetas no
hay tramas de ningún tipo y es en sus masas de negro cuando despliega todo el
juego de claroscuros y contrastes, logrando crear un ambiente de ensoñación por
donde se mueven sus personajes.
Es capaz de reflejar con muy pocas líneas tanto islas del
pacífico como tundras siberianas o edificios renacentistas con un equilibrio
asombroso, consiguiendo que la lectura tenga un ritmo fluido sin restarle
protagonismo al texto, de forma que ambos conceptos -guión y dibujo- vayan
unidos de una manera casi minimalista y en su justo porcentaje.
Aunque algunas de sus obras llevan un añadido de color con
acuarelas, personalmente, es con el acabado en blanco y negro donde se aprecia
mejor su calidad como ilustrador. En muchas ocasiones no es necesario un arte
muy barroco para presentar sobre un papel hasta el universo mas fantástico,
solo se necesita saber contar buenas historias de unos personajes con carisma y
hacerlo de manera que cada lector pueda completar los huecos con su mente, de
manera que haga suya la aventura que esté viendo.
Esto Hugo Pratt lo logró hasta el día de su muerte en 1955
y nos dejó todo un mundo de experiencias para que iniciemos de manera personal
nuestro viaje mas allá del papel y la tinta.
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